Creo que estaba en los últimos semestres de la universidad cuando conocí el reggeatón, lo cual de ninguna manera indica que me estoy acercando peligrosamente a cumplir treinta años, pero ese no es el tema. En menos de tres meses este género musical ya hacía parte de mi rutina debido a dos razones: El gurú del sabor y el hecho de que mi radio AM/FM sólo sintonizara bien la emisora Rumba Stereo.
Letras y rimas sencillas, algunas hasta bien elaboradas, acompañadas de una espantosa dicción y un ritmo en extremo contagioso se fueron tomando una a una casi todas las emisoras musicales de Medellín y cada día se hacía más dificil no corear el "Baila morena, baila morena" o "Dale, don dale"; incluso si me esforzaba por cambiar la emisora la agujita sabía detenerse en el dembó y llegué a odiar a tanto músico y pseudo roquero fracasado que blasfemaban a Don Omar.
Una buena época que ya todos fingen no recordar. Los adolescentes con la pinta cangry, los adultos perreando y en general todos aparentando estar muy borrachos para no reconocer que lo disfrutábamos. Hoy, el ritmo y el género están muriendo y ya ni en los cantantes de busetas es tenido en cuenta. Tito el bambino cantando baladas, Daddy Yankee haciendo música de discoteca europea y a Don Omar se le apagó el sol.
Una oscura era musical donde los roqueritos creen que Tres de corazón y Nati Botero son el alma de Colombia, Pipe Pelaez no se decide si es pop o vallenato y la verdad es que a nadie le importa lo que piensen los Emo.
Y es así como hoy extraño al reggeatón, el ritmo que identificó el comienzo de milenio y que hizo creer a muchos que los sacaría de pobres. Les doy a los músicos dos años más para imponer un nuevo estilo es esta década o revivo a Tego Calderón y saco de la carcel a Yandel. En serio, si me quesiera comprar un mp3 no sabría que música nueva cargar, y eso es culpa de la muerte del Reggeatón.
jueves, 8 de julio de 2010
lunes, 5 de julio de 2010
Silvio silbó y no me encantó
La ciudad de Medellín es la anfitriona del tercer encuentro Iberoamericano de Cultura y aunque no me interesa participar de él o siquiera informarme qué es, decidí hacer la del buen pobre y asistí a uno de sus múltiples eventos gratuitos y sin hacer fila ni comprar boleta fui al concierto de inauguración, con la presencia de tres reconocidos artistas internacionales, mas como mi ignorancia sólo me alcanzó para reconocer a uno, puedo decir a boca llena de amargura que estuve en el concierto de Silvio Rodríguez.
El mítico cantautor fue recibido entre gritos y aplausos de unos asistentes que lo esperaron por más de dor horas guardando energía para agitar además de los brazos, la bandera de cuba y telones con la imagen del "Che" Guevara. Necesité confirmar que don Jorge Barón no estaba cerca pues mi incredulidad no comprendía de donde llegaba tanto ENTUSIASMO. Entonces, se despertó mi curiosidad, caminé, me mezclé con la multitud y centré mi concentración tanto en la reacción del público , como en la interpretación y lírica del cubano.
Lo que primero me sorprendió fue entender que Silvio Rodriguez canta en un sólo tono, lo que tiene mucho sentido, un cantante revolucionario tiene todo el derecho y el deber de luchar contra las notas altas y de paso combatir fieramente contra el aprendizaje de nuevos acordes para su guitarra.
Muy inteligentemente limitó su interacción con sus fanáticos. Total, la mala iluminación, sumada a su lejanía en el escenario y al no uso de pantallas gigantes es lo mismo que poner un maniquí , pegarle una guitarra con cinta de enmascarar y pulsar play en el cd recopilatorio de sus grandes éxitos. Eso sí, sus seguidores dejaron en la calle el alma,el sudor, la sangre y cualquier sustancia que tuvieran, y entre saltos, manos empuñadas, brazos al cielo y sonrisa de ponqué cantaron de principio a fin todas sus canciones, con la misa emoción que un niño destapa el 24 de diciembre a las seis de la tarde el regalo del niño Dios o como algún día lo harán los hinchas del Millonarios cuando su equipo vuelva a ser campeón. Casi llegué a sentir envidia de los entusiastas por Silvio Rodríguez por su derroche de alegría.
¿Alegría de qué ? No perdí la concentración, y así como veía los saltos y escuchaba los coros, también escuché atentamente las canciones. ¡Qué digo canciones! Los poemas; no, tampoco poemas, más bien habladuría bonita que no dice nada pintada de música, coloreada de contenido social y disfrazada de intelectualismo. Como diría uno de mis vecinos en el concierto: "Música para pensar" y sí, para pensar cómo alguien puede creer que esas letras pueden tener significado más allá de una libre interpretación. "Esta canción se la compuso a Guevara, esta a Pinochet, la otra..." la otra demás que a su madre. Ninguna hacía ni por error referencia a lo que comentaban y tampoco por doble equivocación hacían referencia a nada. Seguro que dentro del pequeño mundo del autor dicen algo, pero entonces que se las cante a él mismo y no las venda como canciones desbordantes de contenido social. Si la educación no es un derecho seguro que es un izquierdo, pero cierto cantautor ni para la derecha ni para la izquierda tomó camino.
Decepcionante. Si esa es la música para pensar me quedo con la que es pa' planchar o pa' voltiar tajadas. Supongo entonces que los que se conocen de memoria sus canciones y las cantan sin tener que cerrar los ojos se las aprendieron entre tertulias acompañadas de cerveza o vino Tres Pachangas, creyéndose intelectuales y librepensantes porque no se cansaron de repetir que ojalá, ojalá y ojalá que llueva café en el campo. Si estos son los que tuvieron conciencia social empiezo a entender el porqué la socidad está como está.
Para la próxima espero traigan a Arjona, de quien sé que compusa todas sus canciones el mismo día y que ese día estaba deprimido y con un diccionario de sinónimos al lado de la cama. Que cosa fuera la que no fue. Me voy a buscar un casete de Los Prisioneros para calibrar si estoy tan mal como los Silviofans y soy el mismo gato pero despeinado. No se les olvide que Silvio no silba como dicen que silba, es que simplemente no sabe silbar.
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