viernes, 15 de julio de 2011

A mi novia NO

Definitivamente, las conversaciones son seres vivos, más que eso, son personas que a medida que salen las palabras van creciendo, se van formando y terminan convirtiéndose en alguien que no siempre nos agrada. Este fue mi caso anoche, que mientras hablaba por teléfono con mi novia descubrí que a ella no le gusta como escribo.

Aclaro que no me considero Germán Castro Caycedo, Daniel Samper ni Hector Abad Faciolince ( a quien conocí en el DAS años atrás ), pero escribir siempre ha sido mi pasión, tanto así que escogí mi carrera profesional pensando más en las letras que en la billetera y apostándole más a la satisfacción personal que a un futuro económicamente estable, incluso sin emplear falsas modestias llego a creer que no lo hago del todo mal, que años de práctica, de estudio y de crítica, han contribuido a que mi escritura esté un poquito por encima del nivel decente, pero no, a ella no le gusta como escribo.

Saberlo fue un golpe que dolió más de una cuarta por debajo del ombligo, una cachetada al orgullo y un cuestionamiento a esa habilidad que siempre me ha caracterizado y me hacía estirar cuello, sacar pecho y mirar por encima del hombro a uno que otro a mi alrededor. Ella fue muy clara y muy directa al calificarme y expresó que apenas supero a una conocida en común cuyos escritos no son más que un "Mi querido diario", que estoy a siglos luz de Ernesto Sábato y que la única persona a quien ella ha conocido y que es la más cercana a ser escritora fue un sujeto a quien no ve ni lee hace más de 10 años.

No es por presumir, para nada, pero entre quienes han elogiado mis escritos se encuentran: Profesores de la escuela primaria, secundaria y universitaria, compañeros de estudio, compañeros de trabajo y hasta una chica moderadamente agraciada que se sentó a mi lado en una aburrida conferencia sobre clima organizacional y que se fue de mi vida luego de recibir un poema corto escrito detrás de una hoja destinada a evaluar al expositor de turno. Es que de mis pocas habilidades esta es la única que no considero inútil, es la única que ha recibido uno que otro aplauso y dos o tres palmaditas en la espalda, como para que ahora me digan que lo hago casi igual de mal que una quinceañera.

Lo que de verdad duele es que ella, precisamente ella, es la persona que más ha me ha leído. Ante sus críticos e indiferentes ojos ha tenido cartas escritas a mano, correos electrónicos, poemas, ensayos, artículos periodísticos, cuentos cortos y en una ocasión un mensaje de texto donde computaba las veces que nos habíamos visto, los pasos caminados juntos, besos compartidos, caricias interrumpidas y deseos reprimidos. Recuerdo incluso una conversación donde recibí una diatriba por regalarle cartitas y poemitas, lo que eran presentes para niñas de doce años, y que meses después cuando en su cumpleaños le regalé un mp3 manifestó que esperaba recibir una carta. ¿Escucho a alguien decir la palabra "contradicción"?

Supongo que no soy un pulpo para escribir y que en mi intento por elogiarla sólo conseguí robarle valiosos minutos de mala lectura, supongo que la disciplina y el estudio ahora están en la caneca de la basura, que está muy cercana al tarro donde se echan los sueños rotos y a medio metro de una bolsa rota donde caen la autoestima y el orgullo inmerecido; supongo que todos los que alguna vez me elogiaron y hasta sintonizaron la emisora universitaria para escuchar mis crónicas quincenales simplemente lo hacían porque ...no, ¡que va! Tan malo así no puedo ser, si a mi novia no le agrada pues ... ni sé que pensar a esta altura.

Mi pregunta es: Si la única habilidad que yo consideraba destacable en mí , es para ella poco menos que un pasatiempo, ¿Qué será lo que a ella sí le gusta de mí ? Ojalá nunca se hubiera creado esa conversación porque ahora me obliga a buscar nuevas maneras de elogiarla, porque volverle a escribir ha de ser algo que se repita muy poco.